La Fiscalía
de la Nación vuelve a remecer el panorama político luego de formalizar una
investigación preparatoria con base en las declaraciones de Jorge Barata del
año 2018 en las que afirma haber entregado una donación en dólares, al entonces
candidato al congreso, Luis Alva Castro, en el año 2006. Situación que engloba
a diez militantes y en quienes caen diversas acusaciones, a la vez que
pretenden incorporar al Partido Aprista Peruano como ‘’persona jurídica’’ en
ello.
Partiendo
que, en el año 2006, la recepción de dinero por parte de Odebrecht no
significaba delito alguno y, siendo la Fiscalía un ente que tiene en su haber
las fechas correspondientes a la acusación, el marco del delito que
configuraría el presunto abono se encontraría prescrito en el plano jurídico.
Es decir, la investigación por asociación ilícita y lavado de activos,
representa una desmesurada omisión al debido proceso. Por tanto, resolvemos dos
puntos importantes en el siguiente caso, de ser cierto el abono recibido por
Jorge Barata: el primero es que, en el momento la acción no era tipificada como
delito y, el segundo es que, si hubiese sido delito, se encontraría prescrito a
la fecha.
Evidentemente,
la Fiscalía cuenta en sus filas con el abogado José Domingo Pérez, sabueso de
caviares, que muestra –consuetudinariamente- animadversión de tipo patológica
contra aquello que representa una confrontación a sus intereses y de quienes lo
dirigen. No asombra, por dicha razón, que quien desaprobó el examen de
conocimientos para convertirse en juez superior, se enfoque en petardear con
fútiles argumentos, desde dentro de la entidad, a los movimientos políticos que
representan un cambio social cimentado en parámetros democráticos.
Recordemos
que el APRA, hace algunos meses, quedó formalmente inscrito como partido
político ante el JNE y en calidad de ‘habilitado’ para participar en los
próximos comicios electorales. Duro golpe, sin duda, para los actuales
representantes del Congreso de la República, quienes modifican sus posturas en
demasía, negociando intereses personales, de por medio, con el gobierno de Dina
Boluarte. De manera que, no resultaría sorpresivo el involucramiento político
en conglomerado para impedir una posible participación activa del Partido del
Aprista Peruano.
Por lo
antes expuesto, el contexto, a pesar de ser engorroso, resulta favorable para
el Partido del Pueblo. En lo que respecta a la investigación, la defensa legal
de los diez supuestos implicados cuenta con los suficientes argumentos
jurídicos para contrarrestar el ataque de la Fiscalía; sin embargo, ello debe
acarrear una solicitud de licencia en la que suspendan sus militancias de
manera transitoria, a fin de proteger al partido político al que pertenecen.
Definitivamente, la presente situación no surtirá efectos devastadores ni
condena alguna, pero dicha acción de desprendimiento, acercaría más al APRA a
la ciudadanía, en el sentido de tornar las responsabilidades en forma individual.
Es la oportunidad de empezar el nuevo camino bajo los criterios morales
intrínsecos. Ello ayudará a proyectar una imagen renovada hacia el pueblo
peruano que clama por un movimiento que represente los verdaderos intereses
nacionales e indoamericanos.
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