Hace más de un mes, cuatro
militares fueron asesinados en una celada perpetrada por elementos narcoterroristas
en el sector del VRAEM. Esta fue la noticia que abarcó las portadas de los
principales diarios nacionales, en materia de seguridad, y suponía servir como
punto de inflexión para que el gobierno liderado por Dina Boluarte, a través de
los Ministerios del Interior y de Defensa, realice cambios sustanciales. No
obstante, lo que se ha vislumbrado es la continuación de la mediocridad que
omite todo tipo de acción que salvaguarde la integridad de los peruanos.
Para nadie es sorpresa
que la alianza entre Sendero Luminoso y el narcotráfico internacional continúa
predominando y representa un complemento en el que los primeros reciben un
enorme financiamiento económico con el objetivo de abarcar una difusión
ideológica mayor, mientras los segundos se adjudican una férrea defensa armada
que traspasa los límites de la legalidad a fin de seguir enriqueciéndose. Esto
forma un escenario de caos en el que, en más de una ocasión, se ha lamentado
pérdidas humanas. De manera que el gobierno, al obviar implementar medidas como
la interdicción aérea, retrasa el combate contra dichos bárbaros.
Por otra parte, la
defensa nacional, además de circunscribirse al aspecto del terrorismo y el
narcotráfico internacional, se expande y se encuentra ligado al ámbito de la
inseguridad ciudadana, más comúnmente en el tipo desencadenado por parte de la
delincuencia en las principales ciudades del Perú. Ante ello, se ha ejecutado un
‘’estado de emergencia’’ demagógico, en el que se pretende emular sistemas
reactivos, sin tener la preparación necesaria.
Definitivamente, el hecho
de expandir el estado de emergencia no surge el efecto esperado, pues dentro de
estos distritos, como es el caso de San Juan de Lurigancho en Lima, malhechores
detonan explosivos a diestra y siniestra generando caos, mientras otros –
simplemente – se trasladan a distritos vecinos para llevar a cabo sus
fechorías. Asimismo, el efecto colateral de esta medida, perjudica a un número
importante de comerciantes, quienes tienen prohibido circular en distintos lugares
y horas específicas, como también al sector del turismo que se ha visto
detenido con estas medidas.
Es claro que el caduco
gabinete Otárola no cuenta con una estrategia definida para combatir la
inseguridad en el país. Las fuerzas del orden deben ser repotenciadas hacia un
nivel superior. De manera que, resulta necesario desarrollar un plan de
inteligencia nacional que permita a la Policía y Fuerzas Armadas luchar contra
el narcoterrorismo, descomponer redes criminales e identificar la totalidad de
zonas en crisis. Una vez realizado ello, empieza a existir la posibilidad de instaurar
el estado de emergencia y aumentar el número de efectivos policiales para que
realicen una labor mucho más efectiva en pro de la población.
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