09/26/2024
Estamos más seguros sin Diviac
Daniel Rivera Canseco Daniel Rivera Canseco

La glorificación que se ha hecho a Harvey Colchado y a la Diviac tiene relación directa con la crisis de seguridad que padecemos actualmente. Me explico. Se puede esgrimir que la actual coyuntura de violencia es producto del desvío de la atención de una de las divisiones policiales con mayores recursos como es la Diviac a temas subalternos.

La Diviac, desde su formación por Carlos Basombrío en el gobierno de PPK, tuvo como misión crear megaoperativos que dieran la impresión de que se estaba trabajando eficazmente. Es por presión de este ministro que se asciende de cargo - irregularmente - a Colchado, tema que lamentablemente no llama la atención al público, a menos que sean militares o policías que sí valoran ese tipo de asuntos.

Basombrío, en 2016, asume el cargo de ministro del Interior, con la difícil tarea de hacer olvidar a Daniel Urresti, un militar en retiro que se hizo popular en medios por ser dicharachero y por su aparente preocupación contra la minería ilegal en la selva. Urresti no combatía la delincuencia, sino que hacía un espectáculo de su función. Recordemos que la decadencia de la seguridad empieza con Humala, que prefirió a un bufón como el mencionado sujeto, siendo el encargado del Ministerio del Interior debido a que distraía a la población. Ante esta situación, Basombrío apadrina a Colchado para hacer megaoperativos que no concluían en nada. Además, aseguraba la existencia de un escuadrón de la muerte durante el gobierno de Humala. Cierto o falso, nunca lo llegó a probar, pero desmoralizó enormemente a la Policía Nacional del Perú.

Revisando los casos que investiga la Diviac uno se percata que más allá de detenciones aparatosas, no prospera en condenas. Además, su trabajo es poco profesional. Un doloroso ejemplo es el de la frustrada detención del presidente Alan García. En lugar de esperar ese 17 de abril que el ex mandatario se dirija a una audiencia programada para detenerlo, se realizó un chapucero operativo en su casa. Tanto así que no había ni una ambulancia en previsión de lo que pudiera ocurrir.

Lo que tenemos en la actualidad es un policía, endiosado por un espectro ideológico, que juega a la política. Mientras su división se dedica a participar en una versión de Juego de Tronos en la Fiscalía de la Nación, el hampa se vuelve más avezada. No olvidar que la creación de la Diviac coincide con la política de puertas abiertas de PPK con la migración venezolana. Mientras honrados hermanos de este país latinoamericano llegaban, también se colaban las bandas de dicho país. ¿Qué hacía la Diviac y Colchado? Hacer escuchas a los opositores, producir shows con delincuentes de poca monta y poca cosa más. Cabe recordar que la carrera de Colchado se inició de la mano de Huamán Azcurra, mano derecha de Vladimiro Montesinos, y cuya especialidad era el chuponeo. Asimismo, se desmantelaron las demás divisiones de sus mejores hombres por los incentivos que daba trabajar con Colchado.

Por otra parte, uno se da cuenta del escaso nivel de preparación de Colchado cuando se lee su tesis de maestría, donde en lugar de libros de estudiosos académicos, su bibliografía está plagada de artículos de Gustavo Gorriti. Lo peor es que en esta tesis propone la prisión preventiva como un medio para investigar. No obstante, privar a un ciudadano de su libertad es el último recurso al que se debe recurrir, no el primero. Las prisiones preventivas, como las que se les dieron a varios políticos rivales de sus padrinos, son solo espectáculo que busca dañar imágenes. En suma, el protagonista es el brazo ejecutante de otros dos endiosados personajes: los fiscales Vela Barba y José Domingo Pérez. Ellos han protagonizado aparatosas detenciones que han conducido a ninguna condena. Casi un reflejo de Colchado como policía. 


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