Es de
conocimiento público que la coyuntura política actual nos sitúa en un escenario
incierto de cara a las elecciones del año 2026. A falta de menos de
veinticuatro meses para que se efectúen los comicios correspondientes, el
régimen de Dina Boluarte ha resultado inoperante en los asuntos de real interés
nacional y se ha visto involucrado en diversas investigaciones que confirman
una continuidad cómplice con su golpista antecesor, Pedro Castillo. Lamentablemente,
el congreso de la república actúa en comparsa con el ejecutivo, pues a pesar de
haber interpelado a algunos ministros de Boluarte, la existencia de una alianza
tácita se devela en los múltiples rechazos de censura que han acaecido.
Es en este
panorama en el que surgen ‘’novedosas’’ personalidades que, valiéndose de la
desesperación del grueso de los peruanos, izan banderas extremistas con el fin
de captar votos. Probablemente, quien busca, con mayor insistencia, desmarcarse
del resto de candidatos sea Antauro Humala. Es por ello – quizás - que vemos al
líder etnocacerista ventilar sus deseos destructivos, en programas de
televisión, de manera recurrente.
Por otra parte,
impera en la política nacional un sector que no varía su voto y son los
allegados al fujimorismo. Definitivamente, Fuerza Popular ha destacado por
concentrar un considerable número de votantes que lo ha posicionado como
movimiento protagonista, ubicándose en segundo lugar en las tres últimas elecciones.
Es preciso mencionar que, a pesar de las reiteradas derrotas presidenciales, el
partido liderado por Keiko Fujimori ha logrado controlar, en más de una
ocasión, el congreso de la república.
Resulta
verdaderamente preocupante que una de las posibilidades, en las próximas
elecciones, sea una segunda vuelta entre Antauro y Keiko, pues ninguno de ellos
representa una solución a los problemas que nos aquejan en la actualidad. El
primero por plantear un régimen inviable que nos aislaría del mundo moderno y
la segunda por buscar acaparar, con sus allegados, las instituciones del
estado. Ni para el extremismo ni para la corrupción hay espacio.
Lo que necesita
el país es un partido que interprete la realidad bajo un concepto ideológico y
doctrinario, a fin de aplicar medidas factibles en pro de la ciudadanía. Y el partido
que cumple con ese requisito es el APRA. Necesitamos al APRA, pero lo
necesitamos renovado, con nuevas propuestas y nuevos rostros. Con líderes
jóvenes en sus filas, deseosos de aportar su conocimiento. Con la convicción de
reducir la pobreza y velar por los menos favorecidos. Con la consigna de pan
con libertad que genere un panorama favorable para coexistir en democracia. Ese
es el APRA que puede hacer frente al extremismo, a la corrupción y a la
inoperancia. Ese es el APRA que puede salvar al Perú en las elecciones del año
2026.
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