El martes 16 de Julio la noticia del arresto
del ex presidente Alejandro Toledo en Estados Unidos, remeció las redes sociales
y causó gran asombro a miles de peruanos. Muchos de ellos se regocijaban ante
la captura del ex mandatario, quien fue detenido por presuntamente haber
recibido 20 millones de dólares de la empresa Odebrecht para favorecerla con la
construcción de la Carretera Interoceánica.
Uno de los más felices ha sido, sin lugar a
duda, el presidente accesitario Martín Vizcarra, quien ve en esta noticia una
oportunidad para desviar la atención y ocultar la enorme carencia de liderazgo
que impera en su gobierno. Y es que días antes de que ocurra la captura del
‘’Cholo Sano y Sagrado’’, el camarada Elmer Cáceres insinuó presentar un pedido
de vacancia contra Vizcarra por incapacidad moral.
Ante estas amenazas, Martín ha preferido
guardar silencio. No es primera vez que lo hace y no será la última. Recordemos
que ante las graves denuncias del periodista Phillip Butters, actuó de manera
similar. Entonces, ¿qué podemos esperar de un sujeto que no tiene capacidad de
respuesta ante situaciones comprometedoras? ¿Por qué Vizcarra no actúa con el
mismo ímpetu que cuando enfrenta al congreso?
Su discurso monótono e hipócrita acerca de la
corrupción va desinflándose con la misma rapidez que su aprobación en las
encuestas. Además, teniendo en consideración que aún faltan 2 años para
terminar su ‘’mandato’’, ¿cómo pretende seguir al frente del país si agacha la
cabeza ante un gobernador regional? Estamos, pues, ya no solo frente a un
gobierno improvisado, sino también débil, timorato y desorientado.
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