09/26/2024
Cien días de Ciro Castillo en el Callao
Daniel Rivera Canseco Daniel Rivera Canseco

Han pasado cien días desde que proclamaron Gobernador Regional del primer puerto a Ciro Castillo Rojo. Recordemos que buscando diferenciarse de la hegemonía electoral chalaca, izó el estandarte de una pseudo transparencia y renovación, por lo que el grueso de la población, añadiendo a ello el argumento de un balance de poderes etéreo, lo eligió gobernador. A pesar que el discurso primigenio del susodicho se tiñó con un color confrontacional, llegado el momento de la asunción reculó y admitió una posible cooperación con los alcaldes electos, cuyas líneas partidarias distaban de la suya. No está por demás señalar que los alcaldes en mención pertenecen al movimiento político Contigo Callao que encumbró a Pedro Spadaro a la Alcaldía Provincial. Situación curiosa que abre un abanico de posibilidades dentro del plano político y moral.

Dentro de las primeras decisiones cruciales que un gobernador debe afrontar se encuentra la que determina la composición del personal que lo rodea. Es por ello que sorprende la designación de una persona, cuyos estudios superiores se encuentran inconclusos, a una oficina administrativa con sueldos de cinco cifras. No obstante, no es el único personaje cuestionado en la región, pues quien fungió, hasta hace algunos días, como su jefe de resguardo es un ex policía dado de baja por ser acusado de violar a dos mujeres en el año 1990. Por si fuera poco, además de estos desaciertos, es preciso mencionar que existe un cierto grupo de ex partidarios del movimiento Más Callao, liderados por el otrora candidato Paul García, que acusan a Ciro Castillo de haber negado a quienes trabajaron para conseguir su victoria en la región. Es decir, existe concordancia entre el olvido y la preferencia del gobernador.

Por otra parte, algunas de las llamadas ‘megaobras’ han esperado poco más de tres meses para ser aperturadas, a pesar de haber sido concluidas con anterioridad. Esta es la realidad del tramo Callao de la Costa Verde, cuya vista ha sido nublada por una excesiva cantidad de desmonte que contrasta con la exigua vegetación y la nula iluminación en el lugar. Y eso no es todo, pues en el plano de la salud las condiciones de atención y de mantenimiento en los hospitales chalacos como el Daniel Alcides Carrión o el San José son paupérrimas y estas se desarrollan ante la mirada impertérrita del gobernador. Además, la inseguridad ciudadana galopa en demasía y resultan infructuosas las medidas paliativas con que el gobierno regional busca enfrentar este problema. Sin duda, las acciones correctivas a corto plazo surgen efecto, pero este es efímero si no se aborda la causa raíz ubicada en el abandono de ciertos sectores desvalidos de atención prioritaria. Esto último engrana con el hecho de promover y potenciar asociaciones culturales y deportivas que han sido relegadas hasta la fecha, tales como la Orquesta Infanto-Juvenil Sinfónica del Callao o los ya conocidos ‘’Chalaco Runners’’, entre otros.

Como colofón del presente texto, podemos aseverar que el balance es negativo; sin embargo, sirve como punto de inflexión, pues es la oportunidad idónea para que el gobernador fortalezca lazos con los demás movimientos políticos y autoridades del primer puerto, así como con la sociedad civil chalaca en general. De no hacer ello, la ruta de Ciro Castillo se desviaría en una confrontación sin tregua que ocasionaría una inobjetable moción de vacancia en su contra. En suma, el destino del gobernador se encuentra bifurcado y depende de él elegir la mejor opción en pro del Callao.


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